< PapeLitos N°4 >
PRESENTA: “HIERRO 3”
Hoy, y desde hace mucho tiempo, nos vemos y sentimos bombardeados por miles de señales que ensalzan el “don de la palabra”: “dilo con sabor a sandía” “no te quedes sin SMS” y un extenso y desagradable etc. Al mismo tiempo de este bombardeo, nace silenciosamente una pequeña vertiente de agua fresca que nos recuerda lo valioso del silencio, esa maravillosa cualidad de disfrutar la quietud y tratar de entenderlo todo. Ese silencio contemplativo que ayuda a escucharnos a nosotros mismos, a escuchar a otros seres humanos, escuchar nuestra ciudad… escuchar la vida.
Las imágenes ayudan mucho a este ejercicio. Ver las cosas como son; como creemos que son o simplemente como nos gustaría que fueran.
El sonido de un “te quiero” puede perderse tan fácil como un lápiz en la sala de un kinder cualquiera. Un abrazo, una caricia, un beso, muchos besos se hacen inolvidables. Y se hacen en silencio.
Entre tanto ruido, luces, dinero y silicona, aparece el cine de autor haciendo un estruendo sordo, desmarcándose de los lentes amarillistas y ayudándonos con un refugio para escuchar mirando.
Música Para: Reflexionar que es Chile
1. Mano Ajena - La Hora
2. Chico Tujillo - Cabildo
3. Nano Stern - Dos Cantores
4. Manuel Garcia - La gran capital
5. Kalfümalén - En la Presencia Ancestral
Envíanos tu Setlist de 5 canciónes y tu tema a papelitos.informa@gmail.com
Lo cómico de todo es que, transversalmente, cada uno de nosotros escriben papelitos, aunque su existencia sea insignificante para tanto caos existente. Escribir, está en nuestra esencia, es imperioso en algún momento de nuestras vidas sentarnos junto a un papel y un lápiz para confesarles que ocurre en lo más profundo de nuestras almas.
Una vez conocí de la existencia de un profesor de universidad que recolectaba papelitos que yacían en los suelos, teñidos de polvo, acompañados por el olvido. Los guardaba en una caja de zapatos. Entre todo aquel compendio de palabras guardadas habían
cartas, recordatorios, oraciones, masajes y algunos te quiero. Sin duda su gran tesoro era una carta de despedida… quien la escribía término con su vida.
Las palabras nos persiguen hasta nuestra muerte, expresarnos nos ayuda a crecer y pienso que si nos interesamos por lo que otros escriben podemos llegar a relacionarnos más armónicamente, porque nos hacemos con las experiencias ajenas y partir de ese momento crecemos como sociedad. Es por ello que nuestra invitación sigue en pie.